¿Alguna vez (o incluso de manera continuada) durante la carrera pensaste que habías aprobado o sacado buena nota por suerte?
Tras aterrizar en el mundo laboral, ¿has seguido teniendo pensamientos del tipo: “uf he sacado esto de milagro, que suerte he tenido”… o “puf ha pasado otro día más donde he podido sacar “algo”, a ver si mañana sigo teniendo esta suerte…”?
Tener pensamientos constantes de este tipo, prolongado en el tiempo, tener la sensación de que “van a descubrir” que no soy tan buena, o “uf otro día que he pasado desapercibida…” tiene nombre y apellidos.
O al contrario, ¿alguna vez durante la carrera o tus estudios, has sacado una «buena nota» pero te has decepcionado contigo misma? ¿Has llegado a un puesto de trabajo y has tenido la sensación constante de no hacerlo todo lo suficientemente perfecto? Esto, también tiene nombre y apellidos.
En este artículo, vamos a tratar aquellos sentimientos que invaden generalmente (más bien, a gran parte) a mujeres, sobre todo en ambientes competitivos, en evolución constante y con una gran necesidad de aprendizaje continuo.
Vamos con los nombres y apellidos (y unas cuantas cifras): autocrítica y síndrome del impostor.
Simplemente buscando en Google quiénes son los profesionales o en qué carreras o ambiente corporativo sienten más el síndrome del impostor, los resultados son tan claros como abrumadores. Podemos encontrar decenas de artículos de diferentes medios de prensa escrita o estudios que indican: “Aunque el síndrome del impostor (o impostora) se da prácticamente en cualquier ámbito laboral, los expertos señalan con mayor énfasis a aquellos puestos de responsabilidad y dirección, principalmente de empresas tecnológicas, donde las mujeres están infrarrepresentadas”.
También nos encontramos con las siguientes cifras:
- “El 75% de las mujeres aseguran haber experimentado el síndrome del impostor en determinados momentos de su carrera.”
- “El 85% cree que el síndrome del impostor es algo muy común entre las trabajadoras de las empresas.”
- “El 74% de las mujeres ejecutivas cree que sus compañeros no experimentan tantos sentimientos de duda como ellas.”
- “El 81% afirma que se presionan más a sí mismas para no fracasar.”
- “El 56% ha tenido miedo de no estar a la altura de las expectativas o de que las personas que los rodean no crean que son tan capaces como se esperaba.”
Sí, son datos abrumadores. Mujeres ejecutivas, en el ámbito tecnológico. ¿No deberían de sentirse “suficientes” al haber llegado tan lejos? ¿Cómo alguien puede pensar que ha llegado a “jefa” por suerte, sobre todo en el contexto social y laboral en el que nos encontramos actualmente?
Vivir sometidas bajo estas creencias y/o sentimientos y además, de forma prolongada en el tiempo, puede afectar gravemente a nuestra salud mental. Sin embargo, tenemos que recordar, que todos los sentimientos, vivencias o sensaciones que sintamos, son tan válidas como otras. Que un sentimiento, no case con la realidad, no implica, que no suframos por ello, o mejor dicho, no implica que, no nos permitamos sentir dichas emociones.
Pero, ¿cómo podemos detectar lo que realmente nos está pasando? La autocrítica y el síndrome del impostor se pueden confundir “fácilmente”.
¿Qué es la autocrítica?
La autocrítica es una evaluación interna que hacemos de nuestras acciones, pensamientos o decisiones. Es un proceso natural y, en su forma saludable, nos permite reflexionar, aprender de los errores y mejorar. Por ejemplo, reconoces errores sin culparte de manera exagerada, reflexionas para identificar áreas de mejora y te permites sentir orgullo por tus logros.
Sin embargo, cuando la autocrítica se torna excesiva o destructiva, puede convertirse en una fuente de ansiedad y baja autoestima. Por ejemplo, te culpas constantemente por pequeños errores o tienes dificultad para aceptar cumplidos o reconocimientos.
¿Qué es el síndrome del impostor?
El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que las personas, a pesar de sus éxitos y competencias, sienten que son un fraude y temen ser descubiertas como «incompetentes». Este fenómeno suele surgir en contextos laborales o académicos y puede afectar a personas de cualquier nivel de experiencia o éxito.
Algunas de las señales son: crees que tus logros son producto de la suerte o ayuda externa, no de tu talento. Tienes miedo constante de que otros descubran que «no eres tan buena como creen» o te exiges niveles de perfección irrealistas para «probar» tu valía.
Principales diferencias entre la autocrítica y el síndrome del impostor
- Origen del pensamiento:
- La autocrítica surge de un deseo de mejora personal.
- El síndrome del impostor está arraigado en la inseguridad y el miedo a ser descubierto.
- Enfoque:
- La autocrítica saludable se centra en acciones o decisiones específicas.
- El síndrome del impostor afecta la percepción global de tu identidad y competencias.
- Impacto emocional:
- Una autocrítica destructiva genera culpa y ansiedad puntual.
- El síndrome del impostor genera una sensación constante de insuficiencia y temor.
- Respuesta a los logros:
- Una persona con autocrítica saludable puede reconocer sus éxitos y aprender de ellos.
- Quienes padecen el síndrome del impostor suelen minimizar sus éxitos o atribuirlos a factores externos.
Cómo identificar cuál estás experimentando
- Reflexiona sobre tus pensamientos recurrentes:
- ¿Tiendes a evaluar acciones concretas o cuestionas tu valor como persona?
- ¿Te sientes temporalmente mal por un error, o vives con una sensación constante de insuficiencia?
- Observa cómo reaccionas ante los elogios:
- Si los aceptas con gratitud, probablemente estés lidiando con autocrítica saludable.
- Si los rechazas o los atribuyes a la suerte, podría ser el síndrome del impostor.
- Evalúa tu nivel de exigencia:
- La autocrítica destructiva y el síndrome del impostor suelen estar acompañados de expectativas poco realistas.
Cómo luchar contra ellos
Estrategias para gestionar la autocrítica:
- Reconocer la voz crítica interna: El primer paso es ser consciente de cuándo aparece esa voz crítica. Presta atención a los pensamientos que surgen cuando te enfrentas a un desafío o cometes un error, ¿realmente estás siendo justa o constructiva contigo misma?
- Cuestionar la validez de los pensamientos autocríticos: En lugar de aceptar las críticas internas como verdades incuestionables, podemos empezar a replantearlas.
- Practicar la autocompasión: Aprender a hablar con nosotras mismas con amabilidad, del mismo modo que hablaríamos con un amigo o amiga.
- Fomentar el diálogo interno positivo: Sustituir pensamientos autocríticos por afirmaciones más equilibradas y realistas. En lugar de decirte “Soy un desastre en mi trabajo” prueba a decir: “Estoy aprendiendo y mejorando cada día”.
Superando el síndrome del impostor:
- Aceptar los logros como propios: Es importante reconocer y celebrar tus logros, por pequeños que sean. El síndrome del impostor hace que los olvidemos rápidamente y nos centremos sólo en lo negativo. Una buena técnica es hacer una lista de logros concretos, proyectos exitosos o comentarios positivos recibidos. Tener una «prueba tangible» de nuestra competencia ayuda a contrarrestar esa sensación de fraude.
- Evitar comparaciones con los demás: Es fácil ver los logros de los demás y sentirnos insuficientes, pero debemos recordar que cada persona tiene su propio camino, con diferentes tiempos y desafíos.
- Aceptar los errores como parte del proceso: Los errores son inevitables y, de hecho, necesarios para el crecimiento. Aceptar que cometer errores no define nuestro valor es esencial. En lugar de castigarnos por los fallos, podemos aprender de ellos. Al adoptar una mentalidad de crecimiento, entendemos que cada error es una oportunidad para mejorar.
La importancia de un enfoque equilibrado:
Gestionar la autocrítica y superar el síndrome del impostor no significa dejar de ser autoexigente o no querer mejorar. Se trata de encontrar un equilibrio saludable donde la autocrítica constructiva pueda coexistir con la autocompasión y el reconocimiento de los logros.
El camino hacia el éxito no es lineal y aprender a ser nuestro mejor aliado en vez de nuestro peor crítico es clave para alcanzar metas y disfrutar del proceso.