
El fracaso ha sido, desde el comienzo de la humanidad, un catalizador esencial para el progreso. En el mundo de la tecnología, esta realidad es especialmente evidente. Cada avance significativo ha sido precedido, en mayor o menor medida, por un camino marcado por tropiezos, errores y aprendizajes dolorosos. El fracaso no solo es inevitable, sino que es necesario.
Por ejemplo, empresas hoy icónicas como Apple, Google o Tesla han experimentado fracasos estrepitosos en productos, estrategias o experimentos que nunca llegaron a buen puerto. ¿Recuerdas el Newton de Apple? ¿O Google Glass? Estos proyectos, aunque fallidos en su momento, sembraron las bases para éxitos futuros al revelar lecciones cruciales sobre lo que funciona y lo que no.
Ahora bien, la “tecnología” y las “empresas” las conforman las personas. Para cada persona, la definición de fracaso es diferente, ya que cada uno de nosotros, tenemos nuestra propia definición de éxito y, por consecuencia, del fracaso.
En este artículo, vamos a ver como, la definición de fracaso, muchas veces, no la ponemos nosotros mismos, si no el propio sistema. E incluso, éxitos tangibles, son infravalorados por terceros, y como no deben de ser tabú estas situaciones, que en gran parte, afecta a las mujeres en tecnología.
Por ello, vamos a contar la historia de Susan Wojcicki y cómo se hizo escuchar y respetar, en un mundo que subestimaba prácticamente todos sus logros, aunque estos, tuviesen cifras sobre las que apoyarse, e incluso, repercusión en la sociedad.
Un garaje, dos chicos y un alquiler.
Susan nació en julio de 1968 en Santa Clara, California, en el corazón de Silicon Valley. Estudió Historia y Literatura en la Universidad de Harvard, graduándose con honores en 1990.
En 1998, Susan alquiló el garaje de su casa en Menlo Park a dos jóvenes emprendedores, Larry Page y Sergey Brin, quienes estaban desarrollando un motor de búsqueda llamado Google. Sin saberlo, Susan se convirtió en parte de uno de los capítulos más importantes de la historia de la tecnología.
Poco después, Susan se unió a Google como empleada número 16, encargándose del marketing. Desde ese puesto, desempeñó un papel crucial en algunos de los proyectos más exitosos de la empresa, incluido el desarrollo de Google Ads y AdSense.
Cuando Susan lideró la creación de Google Ads y AdSense, muchos dentro y fuera de la empresa dudaron de su capacidad para transformar estas ideas en un modelo de negocio sostenible. En sus inicios, AdSense tuvo una adopción lenta, y hubo escepticismo sobre si los anuncios contextualizados funcionarían. Sin embargo, AdSense terminó convirtiéndose en una de las mayores fuentes de ingresos de Google.
La apuesta por YouTube.
Uno de los momentos más emblemáticos de su carrera llegó en 2006, cuando lideró la adquisición de YouTube por 165.000 millones de dólares. En ese momento, la plataforma enfrentaba problemas legales por derechos de autor y no era rentable, lo que generó escepticismo dentro de Google. Sin embargo, Susan vio el potencial de YouTube como el futuro del contenido en video.
Su visión demostró ser acertada: bajo su liderazgo, YouTube se convirtió en una de las plataformas más influyentes del mundo, con miles de millones de usuarios y una posición central en la cultura digital.
En 2014, Susan asumió el cargo de CEO de YouTube, enfrentándose a retos importantes. Durante su gestión, lideró iniciativas clave para diversificar la oferta de la plataforma, incluyendo YouTube Premium y YouTube TV, y desarrolló nuevas formas de monetización que beneficiaron tanto a la empresa como a los creadores de contenido.
Sin embargo, su liderazgo también estuvo marcado por decisiones difíciles, como la implementación de políticas más estrictas para moderar contenido inapropiado y combatir la desinformación. Aunque estas decisiones no siempre fueron populares, Susan priorizó la integridad de la plataforma y la seguridad de los usuarios, mostrando su compromiso con un liderazgo ético.
Rompiendo barreras de género en Silicon Valley.
Como una de las pocas mujeres en roles de liderazgo en tecnología, Susan enfrentó un escrutinio mayor que sus colegas masculinos. Desde críticas desproporcionadas sobre sus decisiones hasta desafíos inherentes a cambiar la cultura de una industria, Wojcicki tuvo que demostrar constantemente su valía. A pesar de ello, siempre mantuvo un enfoque centrado en «hacer lo correcto», sin dejarse intimidar por la opinión pública.
Cuando asumió el cargo de CEO de YouTube, Susan implementó cambios destinados a fomentar la diversidad y la inclusión dentro de la empresa:
- Programas de mentoría: Creó programas para apoyar a mujeres y minorías subrepresentadas en sus carreras tecnológicas.
- Políticas inclusivas: En Google, ayudó a establecer una política de licencia por maternidad remunerada que ofrecía 18 semanas a las madres, marcando un precedente en Silicon Valley.
- Diversidad en YouTube: Promovió programas internos para contratar y apoyar a mujeres y a personas de grupos subrepresentados, además de iniciativas para dar visibilidad a creadoras en la plataforma.
- Creación de oportunidades para creadoras: Susan promovió programas específicos para mujeres creadoras en YouTube, ayudándolas a crecer en una plataforma donde las voces femeninas a menudo han estado subrepresentadas.
Conclusión
Susan fue subestimada porque sus ideas parecían arriesgadas o fuera de lugar en su momento, pero tuvo la visión y la perseverancia para demostrar su valor. A lo largo de su carrera, desafió el statu quo de una industria que históricamente ha sido difícil para las mujeres y construyó un legado que hoy es reconocido mundialmente.No hay mejor ejemplo, de que el fracaso no debe de ser tabú, ya que, muchas veces, puede que ni siquiera lo sea. Y en el caso de Susan, no solo no se calló, si no que utilizó su posición de poder no solo para innovar en el mundo tecnológico, sino también para liderar un cambio cultural en una industria que necesitaba desesperadamente más diversidad.