La historia de Theranos y su fundadora, Elizabeth Holmes, es un ejemplo clásico de cómo una prometedora empresa de tecnología puede caer desde lo más alto hasta la infamia en un abrir y cerrar de ojos. Lo que alguna vez parecía ser la futura «gran esperanza» de Silicon Valley se convirtió en uno de los escándalos empresariales más notorios de la historia reciente.
El ascenso de Theranos y Elizabeth Holmes
En 2003, Elizabeth Holmes fundó Theranos con la promesa de revolucionar el diagnóstico de salud al afirmar que podía llevar a cabo una amplia variedad de pruebas médicas utilizando apenas una gota de sangre, en contraste con las pruebas tradicionales que requerían una cantidad significativamente mayor. Esta visión innovadora no pasó desapercibida, generando una atención masiva y una inversión sustancial.
La propuesta de Theranos, en apariencia sencilla pero impactante, consistía en llevar a cabo más de doscientas pruebas diagnósticas con una simple gota de sangre obtenida mediante una pequeña punción en el dedo. Esta visión innovadora atrajo a inversores y medios de comunicación, y la popularidad de Elizabeth Holmes comenzó a crecer. Su imagen, caracterizada por su distintivo atuendo de jerseys negros de cuello alto, la hizo compararla con Steve Jobs, el cofundador de Apple. La visión de Holmes era ambiciosa y atractiva: ofrecer un método rápido, poco invasivo y económico para realizar análisis de sangre, una necesidad crítica en el ámbito de la atención médica.
La máquina que nunca funcionó
A pesar de las promesas que rodeaban a Theranos, la pieza central de esta supuesta revolución, conocida como «The Edison», resultó ser una decepción. Con el paso del tiempo, quedó claro que la tecnología no cumplía con las expectativas. Los análisis de sangre no eran precisos y los resultados no concordaban con los obtenidos en laboratorios convencionales.
La primera encarnación de esta máquina se llamó Edison, mientras que la segunda se conoció como miniLab. Internamente, miniLab también era conocida como «4S», en una referencia curiosa al iPhone 4S de Steve Jobs.
A pesar de las advertencias de expertos, Elizabeth Holmes persistió en la defensa de su visión y su máquina, incluso utilizando las críticas como una motivación para persuadir a los inversores de su genialidad. Esta aparente seguridad disfrazada de confianza llevó a que muchas personas continuaran creyendo en su proyecto.
La participación de figuras influyentes como George Schultz y otros políticos y empresarios estadounidenses respaldó aún más a Theranos, a pesar de la falta de experiencia de estos inversores en los campos de la ingeniería o la salud. La perspectiva de formar parte de un proyecto innovador que tenía el respaldo de Silicon Valley atrajo a inversores de renombre.
La lista de inversionistas acaudalados que inyectaron dinero en Theranos es extensa: la secretaria de educación Betsy DeVos contribuyó con cien millones de dólares, los fundadores de Walmart con otros 150 millones, el magnate de los medios Rupert Murdoch aportó 125 millones más, y el multimillonario mexicano Carlos Slim sumó 30 millones. A lo largo de sus quince años de existencia, Theranos recaudó financiación de dieciséis fondos diferentes.
El descubrimiento del fraude
La historia de Theranos comenzó a desmoronarse cuando un ex empleado, Tyler Schultz, nieto de George Schultz, decidió dar un paso al frente y exponer las mentiras acumuladas en la empresa. Schultz compartió sus conocimientos con el periodista John Carreyrou, quien llevó a cabo una investigación exhaustiva sobre el fraude de Theranos. Los artículos explosivos de Carreyrou en The Wall Street Journal revelaron la verdadera naturaleza de la empresa y su tecnología defectuosa.
Las revelaciones sobre el fraude llevaron a que la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) suspendiera temporalmente la actividad de Theranos y se iniciara un proceso de investigación más profundo. La tecnología detrás de los análisis de sangre exitosos de Theranos resultó ser de Siemens, no de la propia empresa.
El declive de Theranos y su legado
Las sospechas en torno a Theranos se intensificaron con el tiempo, lo que llevó a la empresa a enfrentar sanciones y la revocación de sus certificaciones. Tanto Elizabeth Holmes como Ramesh Balwani, quien había sido el director de operaciones de la compañía, se encontraron acusados de fraude electrónico y conspiración. Estos cargos conllevan la posibilidad de enfrentar condenas de hasta 20 años de prisión y cuantiosas multas.
La historia de Theranos y Elizabeth Holmes sigue generando un gran interés y atención por parte del público. Ha sido objeto de adaptación en libros, documentales e incluso una película de Hollywood, lo que evidencia el impacto perdurable de este escándalo empresarial.
La historia de Theranos es un recordatorio impactante de la importancia de la integridad, la transparencia y la ética en el mundo de los negocios y la tecnología. También sirve como una advertencia sobre los riesgos de poner la ambición por encima de la verdad y cómo la confianza ciega puede llevar a desastrosas consecuencias. En última instancia, Theranos pasó de ser una esperanza brillante a una lección dolorosa sobre los peligros del fraude y la falta de responsabilidad en el ámbito empresarial y tecnológico. Este capítulo de la historia empresarial permanecerá como un recordatorio duradero de que en el mundo de los negocios, la credibilidad y la confianza son activos invaluables que nunca deben ser sacrificados.
Recomendación: Si te quedaste con ganas de más cotilleo, una content creator española que trabaja y vive hace ya tiempo en Silicon Valley, hizo una serie muy interesante que cuenta toda la historia de Elisabeth Holmes y Theranos, puedes encontrarla en como SimplyDolores en Instagram.
Julieta Zalduendo, Content Manager de Codemotion
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